Cuando en una entrevista alguien no deja de sonreír suele ser sinónimo de que sabe que el trabajo va por buen camino. Este fue el caso en su visita a Crono TV. Carla Masip (12/8/1997) se colgó por primera vez en su vida deportiva una medalla absoluta en pista cubierta, fue en los 1.500ml, en Valencia y fue de bronce. Las dos primeras posiciones parecían inalcanzables desde la salida, Marta Pérez y Solange Pereira eran las favoritas indiscutibles e hicieron buenos los pronósticos. La soriana se colgó el oro con 4:20.83 y la gallega fue plata con 4:22.10, tras ellas una benicarlanda que no deja de progresar. Carla paró el cronómetro en 4:29.27 y su cara reflejó cansancio y la ilusión del objetivo conseguido. “Todo el esfuerzo realizado ha valido la pena”, eso pensó nada más cruzar la meta.
“No esperaba este resultado, sabía que las dos primeras plazas estaban imposibles pero Laura Méndez, Lucía Rodríguez y yo podíamos ser las siguientes”, el plan lo tenía clara y la cumplió a rajatabla. Esta estratega es competitiva hasta el límite, “durante la carrera no me suelo poner nerviosa, suelo tener la cabeza fría”, así define su forma de actuar en cada galopada y esto se reflejó en el momento en el que Laura Méndez subió el ritmo, Carla no la siguió “porque sabía que Lucía Rodríguez estaba conmigo y no era el momento”. El plan salió perfecto.
Esta atleta del CE Vinaròs tiene muy presente a quien le rodea. Su entrenador es una pieza clave, “cuando me vine a estudiar a Valencia pude haber cambiado de entrenador pero le dije que prefería bajar mi rendimiento a dejarle”, así habla la protagonista de Xavi Fontelles. Ambos hacen un binomio perfecto. A los resultados hay que remitirse. Y es que Carla es una atleta que sabe muy bien de dónde viene, “más benicarlanda que las alcachofas” y siempre unida a su CE Vinaròs, se apoya continuamente en su pareja Guillem Segura, también atleta, en la preparación. Comprometida y sacrificada con ella se puede apreciar el resultado del esfuerzo y la mejora contínua temporada tras temporada. Que nadie la pierda de vista.
Por: Carlos Domingo